jueves, 25 de noviembre de 2010

Solidaridad “HAY MAYOR FELICIDAD EN DAR QUE RECIBIR” Por Liana Castello

Tema de la semana: Solidaridad “HAY MAYOR FELICIDAD EN DAR QUE RECIBIR” (HCH.20,35) Por Liana Castello
tema de la semana La solidaridad
Escritora de cuentos infantiles Miembro especial de la comunidad EnCuentos Según una de las acepciones del diccionario de la Real Academia Española la palabra solidaridad significa: “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. Sin lugar a dudas, este significado sacado de un libro le queda chico. Será tal vez que el verdadero significado de esta palabra yace en el corazón y en él adquiere la magnitud que merece. En mi opinión, solidaridad es mucho más que lo que dice el diccionario citado, son muchas cosas a la vez y, por contradictorio que parezca, es una sola: darse al prójimo. No sólo darle, sino darse.
definicion de solidaridad
Es una actitud frente al otro, frente a uno mismo y por ende, frente a la vida. Hay muchas formas de ser solidario y no se hasta qué punto, entendemos todas y cada una de ellas. Tal vez tengamos la fantasía que la solidaridad se ejerce en momentos determinados como puede ser una inundación, una catástrofe, una colecta nacional, una campaña televisiva, etc. Pareciera ser que, en muchos casos, es allí cuando “el deber nos llama” por decir de alguna manera y acudimos en ayuda de las personas que necesitan. Sin duda que ayudar para tales contingencias es solidaridad, pero no termina allí y tampoco empieza. La solidaridad se ejerce o debería ejercerse, cada día de nuestra vida. Sin necesidad de que aparezca una catástrofe, sin campañas específicas (y con ellas también obviamente). Cada día de nuestra existencia se puede hacer algo por el otro. No sólo es cuestión de “dar”, insisto en que más bien es cuestión de “darse”, de entregarse al otro en más de un aspecto. Al respecto, comparto con Uds. unas bellas y aleccionadoras palabras del Sr. Manuel Lozano de la Red Solidaria, quien muy gentilmente las escribió para que hoy las compartamos todos y por qué no, reflexionemos luego de leerlas: “Argentina es muy solidaria. Pero vivimos una sociedad emocional. Ante una catástrofe como puede ser una inundación, vemos la noticia en los medios, nos emocionamos y ayudamos. Eso está bien, pero es necesario pasar al compromiso para que la solidaridad perdure en el tiempo. Es por eso que desde Red Solidaria intentamos fomentar una cultura solidaria. Buscamos una sociedad que esté atenta, que levante la mirada y vea lo que la realidad le indica. Una sociedad que incorpore a “los otros”, para que de esta forma dejen de ser “los otros” para pasar a formar parte del “nosotros”. Es necesario que como comunidad nos comprometamos y que ese compromiso perdure en el tiempo. Yo tengo 24 años y tengo puestas todas mis esperanzas en mi generación y en las generaciones que vienen. Creo que los que hoy tenemos entre 15 y 35 años vamos a lograr el cambio que buscamos. No me canso de invitar a los jóvenes, y también a los adultos para que nos ayuden desde su experiencia, a que se involucren, a que no sean indiferentes”. Esta claro, se trata de todos y para todos y partiendo de la premisa antes mencionada: que la solidaridad abarca muchas cosas, pensemos en qué actitudes la podemos manifestar que no sean las que todos ya conocemos. Ayudar a alguien en la calle es una forma. Ofrecerle algo para comer a un niño que no nos pide comida, sino dinero, pero cuya pancita mucho agradecerá ese alimento, también es otra. Colaborar con nuestros compañeros de trabajo, ayudar con la tarea de nuestros hijos, leer para alguien que ya no está en condiciones de hacerlo, en fin tantas cosas. No hace falta tener plata para ser solidario, no se trata sólo de ayudar con dinero, también se trata de, en la forma que le queramos dar, brindarnos al otro, ofrecerle nuestro tiempo, atención, preocupación. El ser solidario abarca tantas cosas … compartir lo material sí, cubrir necesidades básicas, pero también paliar el dolor de otro, escuchar, dar una mano, regalar una sonrisa, algo tan simple, pero tan mágico. Y como tantas otras cosas, debemos fomentarla en nuestros hijos. Debemos enseñarles a ser solidarios, en el real sentido de la palabra. No esperemos a que llegue, por ejemplo, el Día del Niño para que se desprendan de un juguete que ya no usan. Enseñémosles que todos los días del año, hay niños que tienen menos que ellos. Es una tarea difícil, en líneas generales, el niño no quiere desprenderse de un muñeco o un juguete, pero es nuestro deber de padres, inculcarles la conciencia que siempre habrá alguien que necesite más, otro niño que disfrutará de ese chiche que hoy ellos tienen arrumbado. Por qué no también, enseñarles a que compartan la merienda que llevan al colegio con un amiguito que no tiene, que no rechacen el niño que ven mendigando en la calle y que no está vestido como ellos, ni limpio y perfumado. Si desde niños creamos en nuestros hijos una conciencia solidaria, sin duda serán mejores personas cuando lleguen a adultos, y si logramos que sean mejores personas, habrá menos desigualdad, menos dolor. Se trata de abrir el corazón para que, como bien decía el Sr. Manuel Lozano, “los otros” pasen a ser parte de “nosotros”. Vale la pena experimentar en carne propia, cada uno de nosotros, esta verdad irrefutable que expresa la frase del comienzo: Hay mayor felicidad en dar que recibir.

martes, 23 de noviembre de 2010

lunes, 22 de noviembre de 2010

La ciudad blanca .Cuento sobre la Navidad

de Susana Cavallero. Escritora Argentina.

Una vez, pasó una cosa muy curiosa en una ciudad chiquita, normal, como cualquier ciudad, con niños, perros, mamás, papás, abuelitos, árboles, casas, autos, negocios. Llegó el verano como todos los veranos, con mucho calor y un sol muy fuerte, todos estaban contentos, había vacaciones escolares y era navidad.

La gente se despertó tarde, salieron a saludar a sus amigos y vecinos. Se dieron cuenta que todo estaba más opaco. Es que no hay sol —dijo un niño- ¡No! Es porque tenemos los ojos llenos de telitas de tanto dormir — dijo otro chico. La cuestión, es que todos los habitantes de la ciudad, veían como se iban destiñendo las cosas, se iban poniendo pálidas, los árboles verde clarito, el cielo casi blanco, la laguna apenas celeste, los techos de las casas rosados, hasta la gente, el pelo, los ojos, las manos, la ropa… todo se estaba quedando sin color. -¡No puede ser! ¡Estamos soñando! Es un chiste. Pero no, era todo real. La calle parecía un dibujo sin terminar, algunos negocios todavía tenían color, los autos se veían desteñidos, algunos chicos fueron a la laguna y ya había perdido todo el color, el agua parecía leche con pequeños botecitos navegando, los árboles, todos blanco de distintas formas y alturas, la gente se miraba una a la otra y se sentían asustados ¿Qué estaba pasando? En la ruta, a la entrada de la ciudad, los autos y camiones que llegaban, al cruzar el límite perdían automáticamente el color. La alarma era general, sonaban bocinas y la gente estaba toda en la calle observando el fenómeno. Entonces, el intendente llamó urgente a una reunión, a los bomberos, a los policías, a los soldados, a los doctores, a los maestros y a los comerciantes. En fin, a todos los habitantes que pudieran aportar una idea de lo que estaba sucediendo.. La reunión se llevó a cabo en la plaza central… toda blanca; pasto, bancos, las rosas, claveles y margaritas de los canteros, la gente, todo sin color. Era rarísimo. Todos gritaban, el intendente se tocaba nerviosamente el bigote, antes negro, ahora blanco- la radio y la televisión transmitían a todo el país el fenómeno, y grandes científicos arriesgaban opiniones al respecto, pero nadie quería entrar en la ciudad por temor a desteñirse. Los policías decían que era un truco de una empresa de jabón en polvo para la ropa que hacía eso para probar que su jabón dejaba todo blanquísimo. Los soldados decían que lo había hecho un coronel malvado. Los niños de la escuela dijeron que era culpa de la directora. Los comerciantes le echaban la culpa a los comerciantes de los pueblos vecinos. Los bomberos culpaban al intendente. Y el intendente culpaba a todo el pueblo. Así todos se peleaban y discutían, hasta que de una casa muy linda y muy blanca, sale un niñito con el flequillo muy largo, se para al lado del intendente, éste en medio de los gritos, no le daba importancia, el niño se cansó y empezó a pegar pataditas a las piernas del intendente. Este lo alzó en sus brazos y le preguntó que le pasaba. Entonces el niño con voz clara y fuerte dijo -¡La culpa es mía! Todos quedaron mudos, mirándolo. -¡Sí! ¡La culpa es mía! Porque anoche, mientras rezaba mis oraciones, pedí que la Navidad fuera blanca, muy blanca, cómo en las películas de otros países, que cae nieve, y los arbolitos y Papá Noel están cubiertos con un manto blanco que parece algodón. Pero algo salió mal y ahora está todo demasiado blanco, y no hay nieve, y no está Papá Noel, y sigue haciendo calor y la gente, y las casas, todo está despintado. Y ahí nomás se largó a llorar a gritos. La gente, al ver llorar al nene, también empezó a llorar. En toda la ciudad se escuchaba el rumor intenso de gimoteos y ayes y había lágrimas en todos los ojos. Entre tantos lamentos, no se habían dado cuenta que ya era de noche, y al final todos estaban tan cansados que no habían hecho ningún preparativo para la Navidad, no tenían pan dulce ni sidra ni habían comprado turrones ni nueces. El cura esperaba en vano en la puerta de la iglesia a los feligreses que estaban tan asustados que no se animaban a pedirle a Dios que arreglara las cosas. Esa noche no hubo choque de copas brindando, ni nadie celebró la Noche Buena. Todos se fueron a dormir. Ya pensarían mañana una solución.

Al día siguiente, los despertadores sonaban en todas las casas y uno a uno, los habitantes de la ciudad se fueron levantando. Y todavía, con ojos chiquitos de sueño, se dieron cuenta que todo estaba igual que ante. ¡Con color! ¡Todas las cosas eran de colores! La manteca, el pan, el café… eso sí: la leche seguía siendo blanca, los techos y los jardines, rojos, verdes, amarillos azules. Todo tenía color otra vez. ¡Que había pasado! Nunca lo supimos. ¡Que alivio! Habría que decirle a ese dulce niñito que nunca más pidiera nada, que nos conformamos con lo que tenemos. Una Navidad con color y con calor.

Fin

sábado, 20 de noviembre de 2010

martes, 16 de noviembre de 2010

lunes, 15 de noviembre de 2010

La navidad ( continuación)

- ¿Qué significa solidaridad?
- ¿ Qué significa caridad?
- Escribe un villancico.
- Escribe un relato o cuento de navidad.
- Busca tres páginas a cerca de la navidad solidaria.

jueves, 4 de noviembre de 2010

¿Qué es la Navidad?

¿Qué es la Navidad? ¿Es ser feliz o es regalar por compromiso? ¿Es disfrutar junto a la familia o ser hipócrita con la familia? ¿...?

Los valores de la Navidad actual Se nos quiere hacer creer que los valores actuales de la Navidad son la familia, la solidaridad, la generosidad, la alegría, la felicidad y otros tantos. ¿Realmente son estos?.

Hay algunas cosas que deberían estar claras:

1. La Navidad es una festividad cristiana, hay muchas personas que siguen otras religiones o ninguna.
2. La generosidad, solidaridad, amabilidad no son valores patentados por religión alguna, aunque pretendan que así lo creamos.
3. No se debe ser generoso o solidario sólo en el periodo navideño ni tampoco imponer que así sea. Fruto de esto es la hipocresía que inunda esos días. La hipocresía si es un valor actual de la Navidad.
4. Actualmente la Navidad es sinónimo de derroche, ostentación, consumismo, obligación de ser generoso (una contradicción en sí mismo).
5. Para ser feliz en Navidad no es necesario reunirse con la familia, por varios motivos:
* ¿Qué sucede con las personas que han perdido un familiar en un accidente laboral, en un viaje, …? ¿Tienen que sentirse aún más desgraciadas en Navidad?.
* Los abuelos, abuelas, padres, madres, hijos, hijas, nietos, nietas , … son personas. ¿Es motivo de alegría y felicidad reunirse con esas personas?. Eso de que en Navidad todas las personas son buenas es una falacia: quien es estúpido o malvado lo es en Navidad y el resto del año. ¡Dejemos de ser crédulos, por favor!.
* Hay personas que quieren muchísimo a su familia pero la tienen a cientos o miles de kilómetros y no pueden estar con ella en Navidad, ¿también tienen que sentirse desgraciadas?
6. Si durante la Navidad todos los días fuesen laborales, ¿habría tanta sensación de felicidad?. Muchas personas trabajan en algo que no les gusta y esos días de descanso, por sí mismos, ya le aportan felicidad. Entonces ¿es la Navidad lo que las hace sentirse bien?.
7. El periodo de Navidad es aquel donde los cristianos celebran el nacimiento de Jesús y donde la “masa social” se consume consumiendo una excesiva cantidad de productos y servicios. Actualmente, sucede más lo segundo que lo primero: ¡seamos realistas!.
8. Navidad, a día de hoy, es también esa época donde se maleduca a niños y niñas se les inundan de regalos que, muchas veces, no piden y no necesitan. ¿Qué sucede con los niños que niñas que viven en familias que no pueden permitirse regalarse juguete alguno?. ¡Pero si “Santa Claus” y los “Reyes Magos” no deberían repartir regalos, sino quitárselos a algunos para dárselo luego a muchos otros!
9. Navidad, actualmente, son esos días donde a los niños y niñas se les maleduca con el ejemplo y se les hace creer que la felicidad consiste en celebrar con abundante comida y bebida . ¿Luego hay padres que se quejan de que su hijo con 13 años llega borracho a su casa?. ¡
10. La Navidad de hoy es la felicidad autoimpuesta al alcance de unos cuantos. Hay personas que viven en la calle, pasan mucho frío, comen igual de poco o de nada que el resto del año y no se les tiene en cuenta.

Finalmente:

* Celebrar el nacimiento de Jesucristo, si soy cristiano , sí.
* Feliz, sí. Como podría serlo durante los demás días del año.
* Consumir, sí o no; Pero sin consumirme.
* Compartir, sí. Porque quiero.
* Regalar, quizá. .
* Familia, sí. Pero déjame que yo elija quién es mi familia: las personas que quiero y me quieren incondicionalmente.
* Familia, sí. Pero no estoy obligado a estar con ella físicamente. Hay personas que en familia están emocionalmente muy lejos unas de las otras.


Yo elijo, yo decido. ¿Y tú?.